Ya les conté sobre mis comienzos. A través de mi historia personal, sé que muchas personas verán reflejadas partes de la suya. Todos, en algún momento, nos enfrentamos a situaciones que nos sacuden. Y aunque sabemos, en lo profundo, que el cambio es necesario, cuando aún no estamos listos… simplemente dejamos que la vida pase.
Así viví durante años: rebotando de situación en situación, sin rumbo, sin pausa para reflexionar. Todo cambió en 2011, cuando conocí al padre de mi hija. Aunque algo dentro de mí no estaba del todo convencido, me dejé llevar. Todos tenemos un momento en el que tocamos fondo. Ese fue el mío.
Recuerdo claramente aquella lectura de oráculo que me hizo una guía espiritual. Me advirtió sobre lo que podía pasar en esa relación. Pero decidí no creer. Elegí aferrarme a lo que, en ese momento, me parecía hermoso: un hombre educado, atento, que se presentó como un regalo perfecto. Lo que no entendí en ese entonces —a pesar de la advertencia— es que somos energía y vibración, y atraemos circunstancias y personas que resuenan con nuestra frecuencia interna. Si no sanamos, seguimos repitiendo el mismo sufrimiento, porque no queremos mirar ni enfrentar lo que nos duele.
Seguí con mi vida sin aplicar ninguna de las herramientas de sanación que ya conocía. No encontraba tiempo para meditar, practicar Ho’oponopono o limpiar mi energía. La carga que arrastraba desde mi infancia seguía ahí. Y aunque sentía ese peso, no estaba despierta ni conectada con mi intuición. No estaba lista para enfrentar mis sombras… así que no hice nada.
Permití que ese hombre se mudara conmigo. Y, tal como se me había anunciado en aquella lectura, quedé embarazada. Dos meses después, ese hombre, que creí estaría a mi lado, se fue. En el momento más vulnerable de mi vida, me dejó, sin una despedida, sin darme la cara. Nunca imaginé que algo así pudiera suceder. Era un hombre profesional, educado… pero también herido, inestable y no preparado para enfrentar sus propias sombras.
No solo se fue él. Yo también había perdido mi empleo, y atravesaba una situación económica muy difícil. En medio de la tristeza, la depresión, la soledad y la incertidumbre, encontré un nuevo propósito: mi hija. Siempre he sido resiliente. Y por ella, me reconstruí. Sin embargo, seguía haciéndolo todo sola, desde la resistencia. Aún me negaba a usar las herramientas que me habían enseñado. Seguía cargando esa energía densa. Simplemente, no estaba lista.
Pero el universo sí tenía un plan para mí.
Aún necesitaba atravesar ciertas experiencias antes de poder abrirme por completo a la sanación. Siempre he tenido fe en que lograré lo que me propongo. Y aunque los desafíos eran muchos, ese nuevo propósito me sostuvo. Seguí adelante, buscando estabilidad, queriendo construir una nueva vida para mí y para mi hija.
Energía y Vibración: El Lenguaje del Universo
Este proceso de transformación está íntimamente conectado con la energía y la vibración. Como dice Eckhart Tolle, "la energía sigue al pensamiento". Es decir, lo que pensamos, creemos y sentimos genera una vibración que atrae personas y situaciones que resuenan con esa frecuencia.
La ley de la atracción, que Rhonda Byrne ayudó a popularizar, nos recuerda que “lo similar atrae a lo similar”. Si no sanamos nuestros traumas, repetimos ciclos. Atraemos el mismo tipo de relaciones, problemas o lecciones, hasta que finalmente decidimos mirar hacia adentro.
Yo lo entendí demasiado tarde, después de perder tanto y de sentirme completamente sola. Me resistí al flujo de la vida, al orden divino, al llamado del alma. Y como bien explica el físico David Bohm, el universo es un todo interconectado. Nuestra energía no solo afecta nuestra vida interna, sino que impacta todo lo que nos rodea.
Trabajar en nuestra frecuencia personal transforma nuestro entorno.
Como bien dijo Marianne Williamson: “La sanación no es una carrera; es un viaje.” Y cada paso que damos hacia la verdad de quienes somos es un paso hacia la paz, hacia la luz y la plenitud.
Hoy sé que cada experiencia fue parte de mi evolución. Que incluso en los momentos más oscuros, la vida me estaba mostrando el camino. A veces me sigo sintiendo perdida, sí. Pero confío. Confío en que el universo tiene un plan. Y sé que cada desafío trae consigo una oportunidad para crecer, sanar y atraer lo que verdaderamente merezco.
Si te sentiste identificada con esta historia, quiero que sepas que no estás sola o solo. Todos tenemos un momento en el que decidimos despertar, y si estás leyendo esto, quizás ya estés lista o listo.
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