El Oráculo fue mi guía en el camino de regreso a mí misma. Hoy acompaño a otros a sanar, tal como yo lo hice.
Todos tenemos un punto de partida. El mío comenzó con una infancia y adolescencia aparentemente feliz, marcada por momentos cálidos junto a mis padres y mi hermano. Sin embargo, detrás de esa imagen familiar, había grietas que no supe identificar hasta muchos años después. El rechazo silencioso de parte de mis abuelos y el doloroso acoso escolar dejaron huellas profundas en mi corazón, aunque en ese entonces no lo comprendía.
A los 21 años, me casé. No por amor verdadero, sino por la necesidad de pertenecer, de construir algo que me hiciera sentir válida en un mundo en el que no encontraba mi lugar. Me dije a mí misma: “Si no funciona, aún seré joven para empezar de nuevo”. Pero lo que vino fue mucho más que un divorcio: fue una caída libre hacia un estilo de vida sin rumbo, guiado por la necesidad de encajar, de ser vista, de ser querida... a cualquier precio.
Vivía desde la superficie. Desde las apariencias. Desde el ruido. Salía sin control, buscaba en otros la validación que no encontraba en mí misma. En el fondo, había un vacío que no sabía cómo llenar. Un autosabotaje silencioso que me alejaba cada vez más de quien realmente era.
Entonces, un día, apareció en mi vida una mujer sabia. No prometió respuestas inmediatas, pero me mostró otra forma de ver y de sentir. Con ella descubrí herramientas que hoy forman parte de mi esencia y que, en ese entonces, fueron semillas plantadas en una tierra aún no lista para florecer: la Llama Violeta, el Ho’oponopono, la meditación y las cartas de oráculo.
La Llama Violeta: Sanación y transmutación
Aprendí que la Llama Violeta es más que un concepto espiritual: es una energía de transformación. Visualizarla me permitió comenzar a liberar emociones estancadas, viejos patrones y memorias dolorosas. Fue mi primer acercamiento a la idea de que el cambio empieza por dentro, y que yo tenía el poder de transformar mi historia.
Ho’oponopono: El arte de sanar desde el alma
“Lo siento. Perdóname. Te amo. Gracias.”Estas frases sencillas comenzaron a romper las capas de dolor que había acumulado por años. El Ho’oponopono me enseñó que sanar no es olvidar, sino asumir la responsabilidad de mi vida con compasión. Me devolvió a mi centro, a esa parte de mí que solo quería ser escuchada y abrazada.
Meditación: El encuentro con mi silencio
Sentarme a meditar fue, al principio, incómodo. Mi mente gritaba, mi cuerpo se resistía. Pero en medio del caos, descubrí algo: un espacio sagrado dentro de mí. La meditación me ayudó a observar sin juicio, a conocerme sin miedo, a escucharme sin huir.
Las Cartas de Oráculo: La voz de mi intuición
Las cartas de oráculo llegaron como mensajeras suaves pero firmes. En una de mis primeras lecturas, recibí un mensaje que claramente me advertía sobre lo que vendría si no despertaba. Pero no estaba lista para escuchar. Necesitaba seguir cayendo para poder tocar fondo… y finalmente levantarme.
Reconozco que en ese momento no era el tiempo. Y está bien. El crecimiento no se fuerza. No podemos sanar desde la obligación. El despertar es un proceso sagrado que ocurre cuando el alma lo decide.
Como dice Brené Brown, “la vulnerabilidad es el lugar de la creatividad, la pertenencia, el amor y la alegría”. Pero también es el lugar donde más miedo sentimos. Y por eso evitamos mirar dentro.
Hoy, desde otro lugar, comprendo que cada dolor fue una puerta.
Cada error, una lección. Cada noche oscura, una antesala a la luz. Y aunque aún no he terminado de recorrer el camino, ahora sé que estoy caminando con conciencia, con propósito… y con amor propio.
Si estás transitando tu propio proceso de autodescubrimiento, quiero que sepas algo: no estás sola. Lo que hoy parece confusión, mañana puede convertirse en claridad. Lo que hoy duele, mañana puede ser tu mayor fuerza.
Este blog es el primer paso para contarte mi historia. No porque tenga todas las respuestas, sino porque quiero ofrecerte un espacio donde te sientas reflejada, acompañada y sostenida.
Gracias por estar aquí.
Desde el alma, Shanna
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